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El pintor

Biografía

Nacimiento y formación

Sebastián de Arteaga nació en el barrio de San Salvador en Sevilla el 15 de marzo de 1610 en el seno de una familia de artesanos. Fue bautizado en la Parroquia de Nuestro Divino Salvador, como consta en el acta correspondiente donde figuran los nombres de su padre Sebastián López de Arteaga, platero de oro, su madre Inés de los Reyes y su padrino Fernando de Oviedo, vecino de la catedral de Sevilla. Tuvo un hermano mayor llamado Bartolomé quien fue grabador y cabeza de un taller continuado por sus hijos.

Por un documento notarial firmado en marzo de 1620 en Sevilla, sabemos que a la edad de tres años su madre lo llevó a vivir a la casa de Juan López Ortiz en la ciudad de Écija, quien, al parecer, era primo o pariente cercano por la rama paterna. Sebastián recibió así el nombre de su tutor pues en la fuente se le nombra dos veces Sebastián Ortiz, hijo de Sebastián López de Arteaga e Inés de los Reyes. En algún momento de su juventud, el pintor decidiría usar únicamente el apellido materno de su padre y así firmaría en la mayoría de sus contratos y sobre sus lienzos hasta su muerte.

El 19 de abril de 1630 presentó el examen del gremio de pintores de Sevilla. Los maestros de imaginería Miguel Güelles y Blas Martín Silvestre estuvieron a cargo de las pruebas. Dos años después tenía ya montado su taller pues se sabe que tomó un aprendiz para ayudarle con las tareas del oficio.

Matrimonio y traslado al Nuevo Mundo

En 1633 se casó con Juana de Salinas, hija de Juan Ambrosio Longon y de Catalina de Arteaga, prima del pintor. Poco después, con la idea de incursionar en la producción de obras artísticas para satisfacer la demanda del mercado americano, como ya hacían sus contemporáneos con bastante éxito, Sebastián de Arteaga decidió mover su obrador a Cádiz. Una noticia de 1638 da cuenta de los aprendices que contrató en dicha ciudad para trabajar en su tienda.

Las fuentes proponen el año de 1640 como fecha tentativa de su viaje a la Nueva España, haciéndolo coincidir con el traslado de la corte del virrey Diego López Pacheco, Marqués de Villena, aunque esta conexión política no tiene sustento documental. Lo que parece un hecho es su relación con las redes administrativas del gobierno virreinal ya que en 1642 se le comisiona para hacer una obra de gran notoriedad para la sociedad novohispana: el arco triunfal para conmemorar la llegada del virrey D. García Sarmiento Sotomayor y Luna, conde de Salvatierra.

Carrera en Nueva España

En 1643 Sebastián de Arteaga comenzó los trámites para ser nombrado notario calificador del Santo Oficio, presentando documentación con la que comprobaba su pureza de sangre. Con este cargo, el artífice garantizaría la promoción de su estatus social al tiempo que consolidaba sus vínculos dentro de los círculos políticos y administrativos del Tribunal de la Inquisición. El nombramiento le fue concedido el 29 de mayo de 1643 y es posible que, en agradecimiento por la distinción recibida, haya pintado la versión de Cristo en la Cruz que se conserva en el Museo de la Basílica de Guadalupe, según consta en la inscripción de la cartela: “Puso este Santo Crucifijo por su devoción en este Tribunal del Sto Oficio de la Inquisición Sebastián de Arteaga, notario, año 1643 Ft”. Hacia mediados del siglo XIX esta imagen formaba parte del acervo de la Colegiata de Guadalupe, según informa José Bernardo Couto en su Diálogo sobre la historia de la pintura en México (1889).

Consecuencia de su nuevo cargo, tuvo la comisión de 19 retratos de los “Inquisidores antiguos” y el mismo año de 1643, celebró el bautismo de su hijo Juan en el sagrario metropolitano. El 19 de abril de 1644, Sebastián de Arteaga colocó 21 cuadros en la sala del Tribunal de la Inquisición, los 19 retratos de los inquisidores más una imagen de Santo Domingo y otra de San Pedro Mártir. Posiblemente el retrato de pie del arzobispo Francisco Manso y Zúñiga que se exhibe en el Salón Guadalupano de la catedral de México firmado “Arteaga fec.t” formó parte de este encargo.

En abril de 1646 el Santo Oficio le encargó otro retrato, esta vez del arzobispo Juan de Mañozca y Zamora quien había sido consagrado en la catedral de México apenas el año anterior. En paralelo, fray Francisco Jiménez, prior del convento agustino de la Ciudad de México fue conminado a contratar con Sebastián de Arteaga un lienzo de Santo Tomás apóstol, que sería parte de las obras pías dejadas por el capitán Francisco de Aguirre. El licenciado Diego de Barrientos, albacea de los bienes del capitán, veló por hacer cumplir los acuerdos testamentarios y otorgó el pago correspondiente. El cuadro comisionado por el prior agustino no es otro que La Incredulidad de santo Tomás, hoy en el acervo del Museo Nacional de Arte.

El mismo Diego de Barrientos registró entre el 4 de marzo y el 26 de mayo de 1646 el pago a Sebastián de Arteaga por la realización de un retablo para la ermita de Santa María de Guadalupe a un costo de 540 pesos.

En el libro de fábrica de la Catedral de Puebla se consigna el 6 de octubre de 1646, un pago por cincuenta pesos a Sebastián de Arteaga, pintor, quien hizo dos dibujos para la capilla de los reyes “y por haber venido de la ciudad de México a esta a concretar la pintura de los lienzos de los dos colaterales de la obra de la dicha santa iglesia”. Otra nota del mismo expediente, con fecha 19 de enero de 1647 testifica la entrega de 22 pesos a Sebastián de Arteaga por “el lienzo e imprimación que en él se hizo para pintar lo que se ha de poner en el Retablo”. Es importante señalar que el pago fue realizado por Pedro García Ferrer, maestro de pintura formado en Valencia y Zaragoza quien se desempeñó como limosnero al servicio de Juan de Palafox, obispo de Puebla, hasta 1649. Actualmente, en la catedral poblana se preserva un lienzo con el tema de La adoración de los reyes cuya relación formal con La Virgen y el Niño del Museo Nacional de Arte es incuestionable.

En 1648 se encargó a Sebastián de Arteaga la ejecución de tres retratos de cuerpo entero del obispo de Yucatán Marcos Torres y Rueda quien murió el 22 de abril de 1649 dejando pendiente la deuda. Con la intención de recuperar su pago, Sebastián de Arteaga activó un proceso legal de cuya documentación se derivan noticias relativas a su taller en la ciudad de México. Diego Pérez y Bernabé Sánchez Requejo colaboraban con Arteaga como oficiales de imaginería, mientras que Sebastián de Salazar, de 18 años, era aprendiz en el taller. Tras ganar el pleito, los cuadros realizados por el obrador de Arteaga fueron rematados en almoneda pública. En el Museo Nacional de Historia se conserva un retrato de Marcos de Torres, fechado en 1648, aunque no está firmado

Parece que la actividad artística de Sebastián de Arteaga en la ciudad de Puebla continuaría hasta 1650, pues en la historiografía se menciona un contrato para el retablo mayor del convento de Santa Clara. Desafortunadamente no se publicó esta fuente documental ni su referencia de archivo por lo que no se sabe más acerca de la comisión.

La obra San Francisco de Asís recibiendo la estigmatización que se ubica en el Museo de la Basílica de Guadalupe está firmada y fechada en 1650. Hacia el comienzo del siglo XX la pintura fue donada a dicho museo y no hay rastros de su procedencia original.

Testamento y muerte

El 13 de junio de 1652 Arteaga hizo su testamento estando en cama, herido a causa de una pelea que tuvo con un “aderezador de valonas” llamado Juan Manuel, quien actuó agraviado por unas palabras que presuntamente había dicho el pintor en su contra. Su estado era tan grave que ni siquiera podía firmar el papel. En el acta notarial señaló como albaceas a su mujer Juana y al pintor Francisco Honorio, vecino de la ciudad de México. Declaró tener dos hijas legítimas, Juana y Dorotea, a quienes designó como herederas universales. También dejó un listado de sus deudores y mencionó un negocio vigente que tenía con Alonso del Pumar relativo a la compraventa de cacao y azúcar. Todo indica que Sebastián de Arteaga murió a consecuencia de este incidente.

Cristo en la Cruz

Sebastián de Arteaga, Cristo en la cruz, 273.2 x 180.8 cm, 1643, óleo sobre tela, firmado "Sebastian de Arteaga notario", Museo de la Basílica de Guadalupe. Imagen: D.R. Museo de la Basílica de Guadalupe.

Retrato del Arzobispo Manso y Zúñiga

Sebastián de Arteaga, Retrato del Arzobispo Manso y Zúñiga, 206 x 119 cm, ca. 1644, óleo sobre tela, firmado “Arteaga fac.t”, Catedral de México. Imagen: D.R. Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural, 2018.

La adoración de los Reyes

Sebastián de Arteaga (atribuido), La adoración de los Reyes, ca. 1646, óleo sobre tela, catedral de Puebla, México.

Retrato del virrey Marcos de Torres y Rueda

Sebastián de Arteaga (atribuido). Retrato del virrey Marcos de Torres y Rueda, 97.7 x 76 cm, óleo sobre tela, Museo Nacional de Historia.
Imagen: Fototeca Nacional. MID: 72_20160405-150000:10-130235
D.R. Instituto Nacional de Antropología e Historia

La estigmatización de San Francisco

La estigmatización de San Francisco, 241.5 x 166 cm, óleo sobre tela, firmado “Sebastianus D Arteaga px annio 1650”, Museo de la Basílica de Guadalupe. Imagen: D.R. Museo de la Basílica de Guadalupe.